martes, 10 de septiembre de 2013

8.13 (D) Un lunes cualquiera...

09-09 indica el calendario... recuerdo hace cuatro años cómo la fecha marcaba un triple 09 y me encontraba camino al Coloso de Santa Úrsula para atestiguar un "Selección Mexicana 1-0 Selección Hondureña" junto a 99,999 fanáticos de otra época (y quizá otra dimensión) cuando se aproximaba Sudáfrica 2010. Si aquella vez se sufrió, no se compara a este 2013 donde con el Jesús en la boca y el Vucetich en la mente, todos estamos sacando cuentas para ver si mañana la última versión de la selección mexicana sale viva de Columbus (Ohio), después de que el viernes pasado un irregular equipo hondureño le propiciara al "tri" su segundo "aztecazo" de la historia. Procuro no mencionar los nombres de los países porque, como Enrique Krauze twitteó: "el honor nacional no depende del futbol". Ni el viernes, ni mañana ni nunca... recordemos que al final del día es solamente un juego.

Pero hoy no hay estadio Azteca ni la aventura es parte de unas vacaciones por la Ciudad de los Palacios. Este día que inició en un Mexicali pasado por agua (según la "memiza" de las redes sociales) y que continuó con una importante actividad en Valle de las Palmas, concluye en la vecina San Diego, con el objetivo de presenciar un ritual propio de la cultura norteamericana, tradición quizá venida a menos por el protagonismo actual del "sunday night football" pero no importa, el ánimo está intacto para emprender el camino hacia el vetusto "Q", y ser esta noche parte de la "Nación Charger" en busca de una señal que permita nuevamente soñar con la posibilidad de que el equipo de casa regrese al "juego grande" de la NFL.
El "trolley" surca los suburbios cual bala de plata (aún sin alcanzar los niveles apoteósicos de trenes saturados que normalmente anteceden un juego importante en la ciudad). Salvo por el ocasional aficionado que cruza desde Tijuana, los pasajeros de este tren del sur no darían un cacahuate por saber cómo le va a los "Chargers" esta noche: esta gente quizá tiene cosas más importantes en qué pensar al llegar a casa y, si acaso, se enterará de cómo terminó el "Monday Night" en alguna rápida consulta a "SportsCenter".
Lo que es la vida: por primera vez después de casi doce años de viajar en "trolley", nos ha tocado revisión de boleto a bordo, una posible señal de que no es un lunes cualquiera. Mientras se establece el dominio de la oscuridad natural de una noche sandieguina, en el horizonte las grúas y estructuras del astillero me permiten recordar importantes episodios vividos en esta noble ciudad sin los cuales sería muy difícil explicar el presente que hoy vivo.

Pero esta noche es de "Chargers vs Texans", y la casa está casi llena, siendo curiosamente el "Qualcomm" un estadio representativo de un capítulo casi cerrado de la arquitectura deportiva de la segunda mitad del siglo XX: inmensas moles de concreto dominando una vasta plancha de asfalto, donde miles de automóviles dan vida por unas cuantas horas al monstruo de 71 mil gargantas.

Pero es futbol americano de lunes por la noche: Un inicio prometedor de 14-7 se consolida en un claro 21-7 al medio tiempo para los otrora "San Diego superChargers". No obstante, al avanzar el juego, se presiente un disturbio en la vibra local, y de repente caigo en cuenta de que si hubo "aztecazo" en viernes, y si las chivas dejaron ir 3 goles de ventaja en sábado, la noche de lunes no está exenta de convertirse en una pesadilla para el equipo de casa en la segunda mitad: No sirvió un touchdown tempranero en el tercer cuarto, pues a partir de ahí, el dominio de los Texans se tradujo en 24 puntos sin respuesta incluyendo un regreso de intercepción contra Philip Rivers y un engaño en jugada de despeje que demostró que los visitantes estaban más concentrados en buscar la victoria.

San Diego dejó ir 21 puntos de ventaja en menos de 30 minutos y ni los animados bailes de un enmascarado "Chargey Mysterio" en la sección 58, o el ruido ensordecedor del resto de la fanaticada del trueno en cada jugada defensiva pudieron descarrilar el fino ataque de Schaub, Foster y Johnson.
Los 59,522 espectadores, con un alto porcentaje de "houstonianos" en la sección de campo, presenciaron la debacle de los "bolts", quienes demostraron una vez más que están todavía lejos de la élite de la NFL. Ni siquiera "El Conjuro" asustó tanto a los locales como cada vez que Andre Johnson recibía el ovoide.

La gente desilusionada se retiró temprano al ver cómo Houston consumía el tiempo para preparar un gol de campo sobre la hora y ganar 31-28 rompiendo el corazón de al menos 40 mil charger fans en el graderío del viejo campo Jack Murphy.
Solo puedo agregar que, como el regreso de Mission Valley a "Valley of the Palms" en una fresca madrugada de septiembre, la NFL 2013 para los aficionados de los Chargers será una muy larga temporada.

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