lunes, 27 de mayo de 2013

8.4 (D) Amarillo y Azul

A mis amigos americanistas y cruzazulinos, 
de parte de un humilde chiva cuyo equipo no llegó ni a la liguilla.


Uno puede pensar que la historia cambia y que las maldiciones tienen qué terminar algún día. Sin embargo, hay veces que no sólo hay que "echarle ganas", como tampoco el ser muy "talentoso" o "calculador" serán garantía para obtener los triunfos. Tal vez el secreto esté en el equilibrio, o definitivamente es mera suerte, pero eso ya es de cada quien decidirlo.

Este fin de semana en el mundo del futbol se apreciaron dos contrastes de lo que significa jugar por un campeonato: desde la mismísima catedral del futbol europeo hasta el recinto más sagrado del balompié latinoamericano, queda una lección importante, no solo a nivel deportivo sino un mensaje de que, en el futbol, como en muchos aspectos de la vida, la victoria la obtienen los que más hacen por ella.

En el mítico Wembley como escenario inmejorable, la tarde del sábado 25 de mayo de 2013 el mundo se rindió ante la exhibición de dos equipos alemanes que, en el marco de la final de la UEFA Champions League, de alguna manera, simbólicamente nos anunciaron que en el próximo Mundial de 2014 por primera vez quizá "América ya no sea para los americanos" [a menos que un tal Messi opine lo contrario].

Un partido brillante en donde apareció un Borussia Dortmund que apostó con todo desde el inicio en 25 minutos frenéticos que desafortunadamente no le dieron rédito para su causa y, en consecuencia, revolucionaron a un Bayern Munich que apostó a su grandeza para darse el lujo de "entrar tarde" al cotejo y eventualmente avasallar al oponente para obtener la victoria que se le había negado un año antes en su propio Allianz Arena.

Y como guión de película fantástica, en una acción de justicia poética, el héroe improbable fue Robben, el holandés errante, quien en un agónico gol antes de la prórroga logró sacudirse años de maldiciones y fantasmas causados por no saber definir en el partido grande. Una final de élite con un campeón de antología y un subcampeón que merece todo el respeto de la afición (porque hasta para perder "hay que morirse de algo").

Acto seguido, en el coloso de Santa Úrsula, en la noche de un domingo que parecía terminar con una sequía de casi 16 años y precisamente en el recinto donde la Máquina Celeste de la Cruz Azul vivió su época de mayor grandeza en la década de los 70's, la lección brindada el dia previo por los titanes de la Bundesliga no fue seguida al pie de la letra por el equipo que llevaba la ventaja en el marcador global y, en un libreto proveniente de la más cruel de las tragedias griegas, la ilusión de la nación azul al final fue sofocada por la enjundia vestida de amarillo: El ave de las tempestades, el "AME", comandado por un "Piojo" poseido por los antiguos  espíritus de Coapa, abrió la puerta del ataúd que ya necesitaba un solo clavo más (el cual nunca llegó) y el supuesto cadáver, más "vivo" que nunca, salió para reclamar lo que siempre fue suyo (aunque el 0-2 del momento indicara lo contrario). El pavor de quien "ya creía que era pero no supo ser" contra la convicción de "quien fue porque siempre quiso ser".... Pequeña gran diferencia.

Hoy lunes es probable que la gran mayoría de los aficionados mexicanos amanecimos tristes y/o fastidiados [situación superada solamente por los octavos de final de los últimos cinco mundiales]. No obstante, los años de observar este deporte permiten entender que a final de cuentas se trata de un simple juego y, contrario a otras ocasiones en que el América ha salido campeón, esta vez hay que reconocer que, en una de esas jornadas que hacen tan peculiar a nuestro balompié, la siempre incierta justicia deportiva se inclinó hacia quienes nunca dudaron de la victoria. Obviamente tiene mucho qué ver que Cruz Azul traicionó su futbol más brillante (ése que desde un mes atrás había enamorado nuevamente a su afición) y lo cambió por un planteamiento mezquino con el que se sintió campeón y se dio el lujo de fallar hasta en tres ocasiones dejando vivir al rival moribundo... y si hay algo que enseña el deporte en todos los niveles es que, a equipos como el América o el Madrid, o en otros deportes los Yankees, Lakers o 49ers, por mencionar algunos, si estos equipos se levantan y tienen oportunidad de "matarte", seguramente no la van a desaprovechar.

Las maldiciones en los deportes son parte de lo que genera esa pasión interminable: ya sea por unos segundos, unos centímetros, una yarda, o quedarse a un strike de la gloria, siempre habrá historias de tragedias increíbles que son la sal y pimienta del espectáculo deportivo. Y sin embargo, poco a poco el tiempo y el cambio de actitud permiten que muchas franquicias superen ese obstáculo mental para saber que pueden ser campeones nuevamente... Cruz Azul cargará esa pesada losa al menos 6 meses más, y quizá su próximo título sea poco menos que épico, porque después de todo lo que le ha tocado sufrir en finales, su regreso a la gloria será en realidad una redención. Sin embargo, yo no sé si después del 26 de mayo de 2013 tendrán otra oportunidad tan clara como la que dejaron ir por querer jugar a ser campeón en vez de jugar como un verdadero campeón.  

Es claro que gran parte de la grandeza de las águilas tiene qué ver con el siempre vigente anti-americanismo y sí, seguiremos "odiando" al América por los siglos de los siglos, pero al menos en este 2013 no le podemos reprochar nada de su más reciente hazaña deportiva. Con todo respeto a los seguidores de La Máquina, quizá veremos primero a México ganar su "quinto partido" del mundial, a los San Diego Chargers ganar el Superbowl, y a los Chicago Cubs ganar la Serie Mundial del béisbol de Grandes Ligas... Ojalá me equivoque, y espero que antes de esas tres claras señales del apocalipsis, el equipo de La Noria esté listo para recordar su grandeza y agregar nuevas estrellas a su escudo, el futbol mexicano realmente los necesita de vuelta. 

Sean o no aficionados al futbol, lo que se aprendió en un fin de semana desde Wembley hasta el Estadio Azteca es algo que no está en los libros y sin embargo puede servirnos para toda la vida. Se acaba la temporada, la vida real continúa, y hay que segurir adelante, sin olvidar de vez en cuando disfrutar de la belleza del juego más popular del orbe y esa peculiar magia de la pelota [que por siempre tomará efectos insospechados].

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